Advertencia de una catástrofe
Aquellas
letras hicieron que Christopher quedara petrificado en su asiento buscando
asimilar aquellas ideas. Se encontraba solo y en silencio meditaba. Se
encontraba en una encrucijada, creer o no creer. Aquella carta parecía
trastornar todas sus ideas y pensamientos.
Pronto aquella carta cambiaría su manera de ver los acontecimientos
sociales y la historia humana que hasta el momento conocía por medio de sus
estudios e investigaciones como antropólogo y profesor de universidad.
Desde joven
Christopher se interesó en conocer toda la verdad que se refería a la historia
y a la sociedad. Fue tanto su interés que se hizo profesor de antropología
buscando el significado de la existencia y descifrar los misterios sociales. Pero
ahora, este hombre misterioso lo estaba inquietando por medio de aquella
extraña carta a ver los acontecimientos sociales desde otra perspectiva.
Christopher
tomó aquella carta y la puso entre las páginas de uno de sus libros de estudio.
Ya era tarde en la noche, y como si se tratara de visiones en la noche se
comenzó a oír un estruendo en la ciudad.
Christopher se levantó apresurado para observar entre las cortinas
verticales de su ventana. La ciudad estaba revuelta y se comenzó a ver una
agitación masiva de toda la gente. Todas las calles se llenaban de soldados que
irrumpieron sin previo aviso. Tal pareciera que estos soldados aguardaban en
lugares escondidos de la tierra esperando el momento de la orden para entrar a
tomar las ciudades. En sus uniformes
poseían insignias que los identificaban con una nueva dictadura. El aspecto de
aquellos soldados armados era de rudeza y violencia. Lanzaban por la fuerza al
suelo a aquellos que se les oponían. Allí en el suelo esposaban a sus
opositores. El propósito de aquellas
brigadas de soldados en todas las ciudades era el someter a todas las gentes a
la nueva dictadura. Esta dictadura demandaba que todos los moradores de la
tierra fueran marcados por medio del implante de una marca electrónica o microchip sobre todas las personas. De
esta manera el gobierno vigilaría cada paso de todo ciudadano. Estas medidas
extremas fueron tomadas luego que la sociedad se vio afectada por actos de
violencia donde murió mucha gente entre otros factores de gran crisis social. Ahora
todos los gobiernos unidos forzaban a la gente a ponerse aquel diminuto
artefacto debajo de la piel. Por un lado, estaban los soldados en las calles
tomando la ciudad por la fuerza y por otro lado grupos de enfermeras y personal
médico estaban ya preparados en diferentes lugares para inyectarle a la gente aquel
pequeño rastreador. No pasaba mucho tiempo cuando la gente sobre la cual se
implantaba aquel artefacto se tornaba diferente. Tal pareciera que se volvieran
como máquinas que no expresaban emociones o simplemente no respondían a los estímulos
del ambiente, sino que respondían a las directrices o estímulos artificiales
que se recibían en aquellos diminutos artefactos que parecían sustituir el
cerebro y el sistema nervioso de las personas. De pronto Christopher se vio a
si mismo huyendo de toda la gente cuando pretendieron poner sobre él aquella
marca por medio de una inyección.
Allí sobre su
cama se despertó sobresaltado. Era solo la 1:00 a.m. y estaba aturdido. ¿Qué
significado pudiera tener aquella pesadilla? ¿Sería que la carta de Mathew le
había sugestionado los pensamientos?
Ahora tenía delante de él aquel enigma que debía descifrar fuera como
fuera. El sueño pudo vencerlo nuevamente como si se negara a soltarlo a la
realidad.
Entradas las
horas de la tarde, el teléfono celular de Christopher sonó.
–Diga.
–respondió.
–¡Hola!, Christopher,
¿qué estas haciendo? –preguntó Heda.
–¡Saludos! Aquí llegando a mi casa.
–respondió.
–Te comento
que a Ricardo y a mí nos tiene intrigado aquello del cofre misterioso. –dijo
Heda.
–Mira, si
ustedes pueden pasar por mi apartamento con gusto hablamos y así les pregunto
sobre unas cosas sobre teología y las creencias que ustedes tienen ya que unas
cosas que dijo Mathew en su carta me dejaron pensando. Creo es un tema
alarmante. –dijo Christopher.
–Pues tan
pronto podamos vamos a tu apartamento. –le comentó Heda.
–Quedamos en
eso. ¡Adiós! –se despidió Christopher.
Pasado un
rato, tanto Heda como Ricardo estaban curioseando en el apartamento de Christopher.
Ellos notaron que Christopher no cesaba de sacar documentos y libros de aquel
cofre como buscando e indagando como si allí tuviera algo que descifrar.
–Tal parece
que esos documentos te han atrapado la atención. –comentó Ricardo.
–Lo que
sucede es que dicen unas cosas que me dejaron en enigma. Debo investigar si lo
que se dice es cierto. Ya que, si es verdad, entonces es una terrible realidad.
–respondió Christopher.
–Entonces,
dinos ¿cuál era el misterio de la carta del cofre que dejó el hombre? –preguntó
Heda.
–Parece ser
una carta apocalíptica. –dijo Christopher.
–¿A qué te
refieres? –preguntó Heda.
–Mira,
ustedes me conocen. Saben que soy profesor y antropólogo de profesión. He
estudiado la sociedad, las diferencias culturales, y todas aquellas ramas que
caracterizan los pueblos, así como la historia individual de cada región. Sin
embargo, este hombre con esa carta me ha dejado muy inquieto. Presenta una óptica
de las cosas que suceden alrededor que es algo alarmante. –explicó Christopher.
–Pero dinos
¿cuál es el enigma? –preguntó Ricardo.
–Es una
verdadera tragedia. De lo que la carta habla es de un caos social que se creará
por medio de los gobiernos de la tierra. Mathew afirmaba que siendo jesuita
descubrió muchos secretos internacionales y por conocer de ellos y ser un
desertor de la iglesia sabía de antemano que le darían la muerte. –dijo Christopher.
–¿Secretos?
–preguntó Heda.
–Sí, él dijo
que existe una jerarquía que procura controlar todos los gobiernos de la
tierra. Esta jerarquía está encabezada por jesuitas, los cuales son una orden
militar que sigue los mismos objetivos de los paganos templarios y masones que
buscan el control mundial. –dijo Christopher.
–¿Los
templarios? pero ¿no se nos ha dicho por los medios de comunicación y en la
historia que ellos eran cristianos defensores de las reliquias de Jesucristo?
–preguntó Ricardo.
–Según esa
extraña carta ni los jesuitas ni los templarios ni los masones y ni siquiera el
Vaticano le sirve a Dios, sino que es una fusión de paganismo que lo que busca
es el poder mundial por medio toda clase de atentados, holocaustos, muerte y
guerras. Mathew dice que las guerras mundiales y los dictadores, así como
religiones y partidos políticos han sido dirigidos por el gobierno de un papa
negro que domina el trono detrás del Vaticano y desde allí rige la religión y la
política internacional para buscar lograr un gobierno central que no
necesariamente es cristiano. Como si fuera poco afirma que los medios de
comunicación están siendo controlados, incluso la historia que estudiamos en
las universidades. –dijo Christopher.
–Yo he
escuchado que nuestro pastor de la iglesia tiende a predicar de estas cosas
cuando habla de la profecía bíblica. –dijo Heda.
–¿Sabes qué?
Mathew asegura que estas cosas están profetizadas en la Sagrada Biblia. ¿Será
cierto o fantasía? Mira, personalmente al estudiar la diversidad de creencias
en nuestro mundo siempre he pensado que son cosas de imaginaciones y mitologías
que tratan de explicar las cosas sobrenaturales. Es decir, soy escéptico. –dijo Christopher.
–Pero ¿de qué
religión era Mathew? – preguntó Ricardo.
–Él era un
sacerdote jesuita al cual conocí cuando vivía en Puerto Rico. Él solía dar
conferencias en la universidad, enviado por el seminario católico. Pasaron muchos
años cuando dejé de verlo. Ahora me lo encuentro en aparente estado de negación
caminando por las calles detrás de una apariencia de pordiosero. Cuando le
indagué sobre su vida me dijo que lo habían forzado a esa condición y temía por
su vida ya que según él personas lo perseguían. –dijo Christopher.
–Entonces
¿dijo él que los jesuitas eran los responsables de esas persecuciones?
–preguntó Heda.
–Así es.
Mathew dejó datos y pistas que enlazan a los jesuitas, masones, templarios y el
mismo Vaticano a las dictaduras más atroces y terribles de la historia. Todavía
me cuestiono si estas cosas son así como él las presenta. Esto es lo que debo
investigar ahora. –contestó Christopher.
–Este tema se
parece a los seminarios que da el pastor de nuestra iglesia. –dijo Heda.
–¿Qué tiene
que ver toda esta trama con la Biblia? preguntó Christopher.
–Nuestro
pastor nos ha explicado que todas estas cosas que suceden están preanunciadas
en la Sagrada Biblia. –dijo Heda.
–Perdona mi
incredulidad, pero me resulta difícil creer que un libro de hace dos mil años
contenga descripciones de la sociedad moderna. Deben estar desvariando los que
así piensen. Perdonen mi franqueza. –dijo Christopher.
–Bueno, sería
conveniente que escucharas el punto de vista de las predicas del pastor Esteban.
–sugirió Heda.
–¿Sabes qué?
No asisto a iglesia alguna, pero por curiosidad aceptaré recibir a tu pastor
para discutir algo de estos temas y ver de qué manera él pretende justificar lo
que acontece en nuestros días con los que dice la Biblia. Es más, le haré un
reto de que trate de explicar lo que dijo el fenecido Mathew con esas ideas que
los protestantes tienen. –dijo Christopher.
Así lo
acordaron, Heda hablaría con su pastor para que viniera al apartamento de
Christopher tan pronto pudiera.
Capítulo 4 Advertencia de una catástrofe
Capítulo 5 La autoridad del dragón
Capítulo 8 Señales y prodigios
Capítulo 10 Monstruos de aluminio
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