Monstruos de aluminio
Ya era de
noche cuando Christopher y Soledad continuaron su huida hacia los montes. En
aquella jungla de cemento no les quedaba más remedio que buscar edificios
abandonados para así guarecerse en sus sótanos. Así se encontraron con otro
muchacho que no se había dejado sellar.
–Algo extraño
está sucediendo en afuera. –dijo Marcos entrando a aquel lugar donde se
ocultaban Soledad y Christopher.
–Los soldados
del gobierno han aumentado sus brigadas. ¿cierto? –comentó Christopher.
–Me refiero
otra cosa. –comentó Marcos.
–¿Qué cosa? ¿Qué
otra cosa puede pasar? Se encumbró al poder mundial un anticristo y con promesas
de paz ha sometido a todos los pueblos. Ahora en el poder le declara la guerra
a todos los que se le oponen. Son muchos los que han estado muriendo de hambre
si no se dejan sellar y como si fuera poco ni aun los mismos sellados están a
salvo pues los alimentos escasean. La tierra se ha llenado de la sombra de la
muerte. A nosotros nos han dado a beber de la copa de la persecución. –comentó
Christopher.
–Cosas peores
están aconteciendo afuera. –dijo Marcos.
Christopher
hizo como para asomarse por la ventana.
–¡No lo
hagas! –dijo Marcos histérico.
Cuando
Christopher se asomó para ver quedó perplejo al ver en las afueras de la ciudad
unas extrañas criaturas enormes. Eran unos enormes aparatos hechos de un metal
parecido al aluminio o fibras de carbono. Su aspecto era similar a los escorpiones.
Poseían unos tentáculos enormes con los cuales se desplazaban caminando sobre
las ciudades. Su altura era impresionante. La atmósfera estaba llena de
extrañas criaturas espeluznantes como salidas del mismo infierno. Tal parecía que
eran unas extrañas maquinas elaboradas en lugares secretos. Eran en formas de animales,
pero poseían la inteligencia de los humanos. Como si tuvieran voluntad propia
fueron creadas para perseguir y derramar la sangre de los inocentes. Fue el
momento que la gente se comenzaba a dar cuenta que los planes de los nazis en
el pasado nunca hubieron cesado, sino que estaban escondidos en lugares
subterráneos y unidos a diferentes gobiernos para traer la peor de las
emboscadas de toda la historia. Máquinas que parecían ser inspiradas por las
fuerzas del infierno ahora salían a la luz.
–¿Y esto? ¿qué
cosas son y de dónde han salido? –comentó Christopher sin poder salir de su
asombro.
Inmediatamente
Soledad corrió al lado de Christopher para ver por la rendija. Lo que vio la
dejó fría.
–¡Qué aspecto
más terrible el de estas máquinas! Tal
parece que este es la dictadura más terrible que jamás se haya levantado. –dijo
Soledad.
–Algunos
de aquellos que huyen como nosotros aseguraron ver como esas criaturas robots
surgían de la misma tierra. Es como si los militares nazis las hubieran estado
construyendo durante mucho tiempo para esta hora. –dijo Marcos.
–Entonces,
debajo de la tierra hay túneles de donde han salido estas criaturas infernales.
Debieron ser los ocultistas trabajando a escondidas de toda la sociedad.
–comentó Christopher.
–Es
mucho más que esto. Otros me aseguraron ver extraños insectos voladores mecanizados.
Es como si hubieran copiado la naturaleza y así imitándola han creado robots de persecución. –dijo Marcos.
–Pero
¿cómo persiguen tan fácilmente a sus víctimas? –preguntó Soledad.
–Sensores
de calor y sistema de rastreo. –contestó Marcos.
–¿Qué?
–preguntó Soledad sin entender nada.
–El
cuerpo humano genera calor. Ese calor se refleja en luz delante de los sensores
y lentes ópticos que poseen esos aparatos. De esta manera pueden ver a la gente
aún en la oscuridad y lugares remotos. –les explicó Marcos.
–Entonces,
si dirigen esos ojos hacia aquí nos delatarían. –asumió Christopher.
–Lamentablemente
así es. –confirmó Marcos.
–¡Oh,
Dios! ¿Qué haremos ahora? –dijo Soledad muy alarmada.
–Estaremos
quietos, esperaremos que se alejen y trataremos de movernos lo más rápido
posible hacia los montes.
–Salir
de esta jungla de cemento nos tomará mucho tiempo. –calculaba Christopher.
Pasadas
unas horas los tres fugitivos se encontraban en silencio escuchando el ruido
que producían estas máquinas. Su sonido era similar a zumbido de maquinas
propulsoras y supersónicas. Frente a la oscuridad de la noche se veían los
destellos producidos por estos artefactos que se movían a gran velocidad en los
aires buscando víctimas para derramar su sangre. Las calles se habían tornado
rojas a causa de las muchas víctimas que fueron pulverizadas por los rayos que
disparaban estas criaturas. La gente que eran escépticos, ahora se daban cuenta
de forma tardía que aquel sistema que había subido al poder era por obra del
dragón y serpiente antigua, Lucifer. Recordaban las extrañas apariciones de
unos extraños monstruos que aterrorizaban a los dueños de ganados en años
anteriores. Muchos afirmaban haber visto a extraños seres de apariencia horripilante
que succionaba la sangre de los animales de manera misteriosa. Lo describían como seres de otros planetas
con aspectos terribles. Pronto se comenzaron a dar cuenta que los gobiernos los
habían traicionado. Todo era parte de un plan militar de terror y satanismo.
Estos seres fueron creados usando ingeniería genética en unión con conjuros
procedentes del mismo infierno.
Pasados
unos días en aquella misma situación ya los tres compañeros estaban desesperados.
–No
aguanto más esta angustia. –dijo Soledad.
–Resiste,
amiga, resiste. –le dijo Christopher.
Estando
ellos vigilando entre las rendijas de un edificio abandonado algo comenzó a suceder
en los cielos. Extraños objetos del ejército sobrevolaban las ciudades en
búsqueda de rebeldes. El cielo estaba infectado de esta clase de naves que
parecían tecnología humana híbrida con demonios. Su aspecto era como langostas y escorpiones.
El
cielo se comenzó a tornar anaranjado como si estuviera encendido como un
carbón. Se comenzaron a ver encendidos cometas que traspasaban la corteza
terrestre y chocaban en todas partes contra la tierra.
–Vamos,
esta es la única oportunidad que tenemos para irnos de este lugar. –dijo
Marcos.
Los
tres fugitivos salieron de forma apresurada tomando en cuenta que todas las
naves estaban confundidas con la lluvia de meteoros que caía sobre la tierra.
Así huyendo llegaron a las orillas de un rió. Marcos se disponía a sumergirse
en la orilla y pretendía ir por toda la orilla hasta llegar a la montaña.
–¡No
lo hagas! –se escuchó una voz que lo detuvo.
–¡Ah!
–reaccionó Marcos.
Los
ojos de los tres compañeros buscaban en la oscuridad el origen de aquella voz.
De repente, un grueso hombre de apariencia trigueña se dejó notar.
La
muerte mora en el rió. El río está infectado con peces electrónicos y
artificiales puestos por el gobierno y su sistema de vigilancia. –aseguró el
hombre.
–Tal
parece que no hay lugar donde esconderse en este tiempo. –comentó soledad.
La
ciudad ardía en llamas a causa del impacto de múltiples meteoros que golpeaban
todo alrededor. Toda la grama y la hierba
dejaron de ser verde para tornarse en una alfombra oscura y desagradable a la
vista. Mientras Christopher, Soledad y Marcos continuaban su huida a los montes
algo mucho más terrible estaba por suceder en la atmósfera terrestre. Se estaba
aproximando a toda velocidad un enorme meteorito tan grande como para
despedazar varias ciudades enteras. En el espacio se fue dejando ver el
deslumbrar de aquel fenómeno que se dirigió hacia el mar. El impacto fue tal
que hizo un enorme cráter en el mar provocando un tsunami mundial. Casi todos
los seres vivientes que moraban en el mar murieron en el instante cuando esto
sucedió. De igual manera, fueron muy pocas las naves que sobrevivieron el
impacto. Por otro lado, los meteoritos que cayeron en los ríos hicieron que las
aguas se contaminaran y no se pudiera beber de ellas. La gente maldecía al Dios
de los cielos cuando la tierra sufría estas calamidades producto de los juicios
de Dios. Fueron muchos que en su desesperación bebían las aguas contaminadas y
morían envenenados casi inmediatamente. La tierra se llenó de luto como nunca.
Tal
parecía que Dios había desatado los juicios desde los cielos que bajaban como
jinetes mortales a llevar cautivos a sus presas. Lo que en un principio parecía
una burla a Dios por medio de un gobierno mundial anticristiano, ahora se había
convertido en la peor pesadilla mundial.
Gran
parte del control que el líder mundial y sus gobernantes poseían se debía al
control social por medio de sus satélites colocados de forma estratégica en el
espacio. Estos satélites se alimentaban de la energía solar. Dios miró desde
los cielos, le desagradó el mover de los hombres. El sol dejó de alumbrar e
inmediatamente la luna negó su resplandor. En la tierra todo era caos.
Estancamiento social de repente, guerra, muerte, hambre, llanto, dolor,
epidemias. La gente que fueron marcadas por el gobierno comenzó a ser llenos de
llagas y úlceras pestilentes. Era el momento cuando más blasfemaban a Dios. La
dictadura maligna había ocasionado que la gente se tornara agresiva y violenta
unos contra otros cuando alteraron a los hombres por medios artificiales como
los implantes de la marca.
Eran
muchos los hombres que se revolcaban del dolor producido por los efectos secundarios
de los implantes de la marca. Cinco largos meses sufrieron el tormento del
mismo demonio sobre sus cuerpos destrozados. Tanto era su dolor que deseaban morirse,
pero la muerte huía de ellos.
El
líder mundial se quitó su máscara y cuando los hombres le miraron todos vieron
al mismo demonio reinando sobre la tierra. Los aires se llenaron de cosas
horrendas, su aspecto era como langostas que descendían organizadas en filas.
Su terrible aspecto era multiforme de caras de hombre, dientes de leones y
cabello de mujer. Eran protegidas por corazas metálicas de zafiro y azufre muy
poderosas. El estruendo que producían era intimidante en gran manera. Poseían
colas semejantes a la de los escorpiones con las cuales hacían mucho daño. Eran
dirigidas a matar a todos aquellos que podían rastrear por medio de la marca. Las
bocas de estas horrendas máquinas estaban ebrias de sangre. Con sus terribles
sensores cazaban almas de hombres y derramaban su sangre por las ciudades. Eran
muertes sistemáticas planeadas de antemano. El gobierno ya había hecho experimentos
con monstruos de persecución en el pasado, pero ahora, su objetivo eran los
hombres. Muchos lugares de la tierra eran alfombras de cuerpos humanos. Estos
terribles demonios poseían lenguas como de reptiles, pero a su vez se alimentaban
de sangre, dejando a sus víctimas secas y deterioradas en gran manera.
Cuando
Christopher, Soledad y Marcos huían se detuvieron en un lugar y desde allí se
veía un televisor encendido en las noticias nacionales. Por un momento quedaron
en silencio escuchando lo que se decía:
“algo extraño acaba de suceder… los
dos profetas que fueron crucificados hace tres días en Nueva Babilonia quienes
atormentaban a las naciones con sus palabras, han desaparecido de las cruces
donde colgaban. Algunos aseguran haberlos visto ascender a los cielos tal y
como afirman lo hizo Jesucristo en el pasado. Algunas personas afirmaron que en
estos tres años y medio que profetizaron se decían llamar los “dos olivos”. Luego
de su partida no dejaron de ser misteriosos…” –continuaba la
noticia.
Cuando
Christopher y sus compañeros veían la noticia, la tierra comenzó a estremecerse
como un borracho.
–¡Terremoto!
–gritaron todos llenos de temor.
Inmediatamente
buscaron refugio en lugar seguro. Al cabo de varios días supieron que aquel
terremoto ocasionó que siete mil personas murieran. Ellos al ver el panorama
conversaban sobre toda aquella tragedia.
–¿Cómo
es posible que todas estas cosas estén pasando en este tiempo? ¿Cómo la
humanidad fue capaz de entronar a este líder mundial conociendo de antemano las
atrocidades hechas por los dictadores anteriores? –preguntaba Marcos.
–Los
ocultistas supieron dormir al mundo por medio del entretenimiento y la falsa paz.
La gente estaba tan ocupada en los afanes de la vida que no se dieron cuenta de
lo que se gestaba en lo secreto. Y nosotros hemos sido de igual forma
culpables. –dijo Christopher.
–Todo
fue parte de grandes estratagemas político y religioso. La religión originada en Babilonia le fue
abriendo camino por largos siglos a este líder mundial. Poco a poco se fueron
infiltrando en los gobiernos y en las religiones para obtener el favor de las
naciones y este es el resultado. –dijo Soledad.
–Y
todos esos milagros, prodigios y señales que hace este dictador nunca se han
visto en hombre alguno. Tiene contacto con seres espirituales y extrañas cosas
suceden. Es como si fuera alguna clase de ilusionista. –dijo Christopher.
–Es
el poder de Satanás sobre él. Esos milagros no provienen de Dios ya que contra
Dios él blasfema. Por esto Dios ha permitido todos estos juicios que hoy vemos.
La naturaleza está airada y como si fuera poco, se nos ha permitido participar
de este régimen por ser desobedientes y no reconocer a Dios.
–Yo
solo sé una cosa. No me dejaré sellar de este sistema en ninguna circunstancia.
–dijo Marcos.
–Ni
yo. –dijo Soledad.
–Yo
tampoco. –acordó Christopher.
Ellos
continuaron su camino hacia los montes. No les fue fácil pues tuvieron que
esconderse de las máquinas que vigilaban la sociedad en cada esquina. Parecía
que los perseguidores eran omnipresentes. Ellos trataban de huir de noche ya que
el sol de día parecía estar airado. La gente que había sobrevivido a los
grandes juicios se había tornado aborrecibles unos con otros. La peor de las
pestes sociales jamás vistas estaba ocurriendo. Úlceras malignas y pestilentes
atormentaban a aquellos que se dejaron marcar por el sistema. Era como una
reacción alérgica a los químicos que liberaba el artefacto. Sin embargo, ante de
implantarlo, los medios de comunicación aseguraban que era seguro para la
salud. El mar estaba de un color extraño
y un olor pestilente. Ni siquiera el agua de los ríos se podía ingerir. El sol
quemaba más fuerte de lo normal y ocasionaba combustión espontánea dándoles la
muerte a muchos hombres. Frente a toda
esta terrible oscuridad los hombres no reconocieron los juicios de Dios, sino
que blasfemaban su nombre. Un gran terremoto hizo estremecer la tierra como nunca.
Tampoco se podía salir de los edificios por mucho tiempo ya que granizo caía
como plaga destructiva sobre los hombres.
Cuando
Christopher y sus amigos pensaban que ya estaban alcanzando la meta de llegar a
los montes fue el momento que se dieron cuenta que habían sido seguidos por
largo tiempo. Se empezaron a escuchar los zumbidos de extrañas naves robots
voladores que los rodearon. El aspecto de aquella tecnología era terrible. Allí
junto a la ribera sabían que no tenían escapatoria. Si se lanzaban al rió
buscando huir allí los esperaban los otros verdugos que fueron creados por el
ejército de las tinieblas. Si se dirigían a la ciudad allá estaban las horrendas
máquinas de semejanza de escorpiones. Allí petrificados no pasó mucho tiempo
cuando aquellas extrañas naves voladores se comunicarán con los soldados.
–¡Vaya,
vaya! ¿qué tenemos aquí? –dijo uno de los soldados apuntando con su revolver.
Ellos
al verse descubiertos se miraron a las caras y guardaron silencio. Los soldados
se arrojaron contra ellos con toda violencia. De mala manera los condujeron a
sus helicópteros. Rápidamente eran dirigidos a unos campos de concentración.
Desde las alturas cuando iban en aquel helicóptero se podía divisar a la
distancia las ciudades devastadas tanto por la guerra como por la rebelión de
la naturaleza. Las calles y carreteras se dejaban notar de color rojo mezclado
con un escenario gris y nublado.
Cuando
el helicóptero descendió, Christopher y sus amigos pudieron ver montañas
formadas por cuerpos humanos despedazados. Los soldados empujaron a Christopher, Soledad y a Marcos juntos con
otros. Ellos al mirar a su lado se dieron cuenta que no estaban solos. Era una
larga fila de gente inocente los que iban como ovejas al matadero. Hombres y
mujeres llorando y gimiendo por lo atroz de aquellos asesinatos. Frente a ellos
cientos de guillotinas que estaban preparadas en aquellos lugares para derramar
la sangre de gente indefensa. Las súplicas parecían perderse en el vacío. Las
lágrimas solo aumentaban el dolor de los que allí estaban.
Uno
de los verdugos el cual vestía de uniforme nazi se acercó apuntando con su metralleta
a Christopher, Soledad y a Marcos.
–¿Qué
vas a hacer? –preguntó Christopher alarmado como respuesta al empujó que le
propinó el verdugo.
–Calla.
–le ordenó el verdugo.
Allí
por la fuerza los hicieron hincarse al suelo y colocaron sus cuerpos y fijaron
sus cabezas a aquellas guillotinas, una al lado de la otra. Las víctimas se
miraron las unas a las otras y luego cerraron sus ojos esperando su final.
Capítulo 4 Advertencia de una catástrofe
Capítulo 5 La autoridad del dragón
Capítulo 8 Señales y prodigios
Capítulo 10 Monstruos de aluminio
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